“El que trabaja con el corazón es un artista. El que trabaja con la mente es un científico. El que trabaja con las manos es un artesano; pero el que trabaja con las manos, el corazón y la mente es un médico cirujano.”
Era el año 415 a. C. cuando Protágoras, el más grande “sofista” griego, afirmaba que “el hombre era la medida de todas las cosas”. Desde esos tiempos y bajo las enseñanzas de Sócrates y Aristóteles, se fue poniendo en evidencia que el ser humano era la figura central de la historia. Y es qué, si no existiera el ser humano, no habría realizaciones, pensamiento ni espíritu. Él es el único ser con pasado conocido que vive su presente y planea su futuro. Por esa razón los médicos debemos entender que no puede haber nada más noble que proteger su salud o atender su enfermedad.
En la Edad Media, a finales del siglo XIII, existía la figura del barbero-cirujano, cuyas atribuciones eran de lo más variopintas, ya que con la misma destreza cortaban el pelo y hacían sangrías.
En esos tiempos también existían cirujanos de verdad, pero, estos gozaban de menor categoría que los médicos; y su aprendizaje se basaba más en la técnica que en los conocimientos científicos. En esta época la medicina no gozaba de mucha fama, y las gentes comunes confiaban más en su barbero que en un cirujano.
Hoy en día, es ampliamente conocida la figura de Hipócrates para la medicina. Cual más sabría que se trata del padre de la medicina antigua, sin embargo, existieron muchos otros a los cuales la gente recurría con una ferviente esperanza de ser sanados.
La historia de la medicina es muy controversial. Esta profesión ha tenido que lidiar con costumbres, pensamientos culturales y religiosos.
Recordemos la primera vez que se utilizó de manera ilegal el cuerpo de un muerto para poder estudiar la anatomía interna del humano; ante esta situación surgieron diversos médicos dedicados a la disección, tal es el caso de Andrés Vesalio.
No obstante, la medicina nunca ha caminado sola para poder llegar a lo que hoy conocemos. Siempre se ha tenido que recurrir a otras disciplinas para poder comprender la fisiología humana, por eso, no es de sorprendernos que muchos de los premios Nobel de “Medicina” sean eminencias científicas, pero no propiamente médicos.
Así pues, la evolución en la medicina ha sido notablemente acelerada en los últimos años. Hemos pasado de ser médicos barberos que adquirían los conocimientos de manera empírica y apostólica, a tener grandes universidades y hospitales que exigen cada día un mayor número de especialistas y subespecialistas en materias que anteriormente eran inimaginables. Por eso, en APAMED estamos innovando la manera de aprender medicina, hemos creado un entorno de aprendizaje médico, totalmente digitalizado, que ayudará a los profesionales de la salud a ofrecer un servicio de calidad al alcance de la mano, o mejor dicho, al alcance de tu smartphone.