La embolia pulmonar es un diagnóstico común y puede asociarse con tromboembolismo venoso recurrente, sangrado debido a la terapia anticoagulante, hipertensión pulmonar tromboembólica crónica y malestar psicológico a largo plazo. Una minoría de los pacientes que son evaluados por una posible embolia pulmonar se benefician de las imágenes de tórax (p. ej., tomografía computarizada). El tratamiento inicial se guía por la clasificación de la embolia pulmonar como de alto riesgo, riesgo intermedio o riesgo bajo. La mayoría de los pacientes tienen embolia pulmonar de bajo riesgo y su atención se puede controlar en casa con un anticoagulante oral directo. Los pacientes con embolia pulmonar aguda deben recibir tratamiento anticoagulante durante al menos 3 meses. La decisión de continuar el tratamiento indefinidamente depende de si la reducción asociada en el riesgo de tromboembolismo venoso recurrente supera el mayor riesgo de hemorragia y debe tener en cuenta las preferencias del paciente. Los pacientes deben ser seguidos longitudinalmente después de una embolia pulmonar aguda para evaluar si hay disnea o limitación funcional, lo que puede indicar el desarrollo de un síndrome posembolia pulmonar o hipertensión pulmonar tromboembólica crónica.
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